Vivimos en la sociedad del odio. Nos encerraron a todos en nuestras casas, para protegernos de una pandemia y nos aseguraban que íbamos a salir siendo mejores personas. Tengo una mala noticia si lo creíste, te engañaron. Lo único que salió de esas casas es una legión de gente cabreada, que tiene prisa porque le molesta todo. Les molesta tu forma de expresarte, que no vivas como viven, que no ganes lo que ganan, que no aspires a lo que aspiran, que no hagas lo que hacen, el minuto del microondas se les hace eterno, faltan constantemente al respeto a los demás y si no lo entiendes, el problema lo tienes tú y no se lo discutas, porque, además, de lo que sea, sabe más que tú.
El problema lo tienes tú, porque en una red social, hay un “coach” o cuasi gurú emocional, que también hace yoga, medita, sigue una dieta antinflamatoria, hace algún voluntariado en el que sale siempre en primer plano de las fotos, se plancha el pelo, ayuna de forma intermitente y jamás toma lácteos (estoy cansada sólo de leer todo lo que hace y eso que lo he escrito yo) que tiene tiempo para subir un vídeo cada dos horas, explicándote que tienes que ser tu mejor versión, todo sin más base contrastada, que la frase motivacional de un sobre de azúcar (que se encontró, porque azúcar tampoco toma).
Cuando la gente habla de mejores versiones, no sé si se refieren a algún tipo de trastorno…mi versión de mí, es la misma de toda la vida con más años, porque si tuviera una versión mejor, una peor y una a medio camino, igual lo que necesito es un psiquiatra.
Cuando yo era pequeña, alguien robó a un vecino la estrella de su mercedes. Él escuchó una conversación de mi hermano y sus amigos en el que los amigos le llamaron “estrella del partido” porque era muy bueno jugando al fútbol. Este señor sólo entendió “estrella” y bajó de su casa a culpar a mi hermano de robarle la estrella del mercedes. Mi hermano se defendió y bajó mi padre, entre todos mantuvieron una conversación, sin odio, a la cara, en la que el señor Mercedes Benz poco a poco pasaba a Seat Panda y pidió disculpas a mi hermano y a mi padre. Fin del problema. Hoy en día, eso hubiese desencadenado una lluvia de odio, sin posibilidad de mediación o solución y con muchas posibilidades de fractura nasal.
Al margen de que la gente mala, existe…porque la expresión “mierda de persona” debió tener su razón de ser en alguien, que por desgracia tuvo descendencia, la masa sobrante, se está dejando llevar por una ola de odio, que nunca busca soluciones, porque solucionar supone tiempo y cesión. Ceder implica renuncia voluntaria a lo que por mis coj…nes he decidido que es mío (la razón, el coche, la casa, el sol…) y tiempo significa algo que tarda más que un short de youtube y mi tiempo es para disfrutar cada momento como si fuese el último, que lo dice el coach de Instagram y ceder contigo o al menos, invertir tiempo en respetarte, es un coñazo que no lo disfruto en absoluto, mi coach me mataría y si no me mata, me busco otro coach.
En este tiempo en que he visto demasiadas horas de vida desde la ventana, veo como la gente se cruza y no se sonríe, no agradecen ceder el paso, ni lo ceden, pero escuchan a 2X el audiolibro de “Encuentra tu persona vitamina” …claro que sí, encuéntrala y dale el pésame, porque no sabe lo que le espera.
En toda esa masa indeterminada, quedan residualmente personas, que viven atónitas a lo que acontece y el meteorito sin llegar. Esta gente chiflada, sonríe al resto por la calle, no tiene pensada ninguna puñalada trapera y certera contra nadie, ceden el paso y tratan de protegerse de un mundo que les aísla o les explota, según se tercie, porque con todo mi respeto a Marián Rojas, que me encanta, el título de ese libro debería ser “Encuentra, cuida y protege a tu persona vitamina” porque de nada sirve encontrarla, si la quemas como un cartucho y cuando ya no te sirve y has logrado convertirla en alguien tan egoísta como tú, buscas hasta encontrar a otra.
Foto: Garaje cualquiera, donde la puerta provisionalmente no cierra sola. Este problema, no requiere la intervención de la nasa ni la inversión de horas de trabajo, se resuelve en un solo click al mando, al entrar o al salir, hasta que arreglen la puerta. Es el cuarto cartel que se coloca, pidiendo por favor que se cierre y en un par de horas ya se ha desatado una guerra de mensajes…esta es la menos cruenta. Repito, la solución es un click al mando y diez segundos.