Te duele, te enseña.


Hace días me crucé con alguien, que no veo hace muchos años. Una de esas personas que me recuerda y yo lo recuerdo casi todo, menos su nombre y eso me lleva estar ausente al menos un minuto de la conversación para recordarlo. Le pregunté cómo iba su trabajo y me dijo que ya no trabajaba. Le sorprendió que yo no supiese que tiene una incapacidad y ya, no puede trabajar.

A la introducción de no poder trabajar, añadió, un «pero no pasa nada, soy feliz, positividad»…y tragaba en seco. Y a eso añadía…»bueno y espera que después de eso, falleció mi hermano, luego mi padre empezó el alzhéimer, ahora estamos cuidando a mi marido, que le acaban de ver una mancha en el pulmón y así sumó como cuatro salidas más, de la zona de confort»… «pero no pasa nada, soy feliz, yo estoy genial»

Yo me despedí de alguien que me apretó muy fuerte las manos, porque yo arrugaba la cara en cada una de sus catástrofes, ella sonreía, mientras yo procesaba aquel conglomerado de misiles. Apretaba mis manos por un sólo motivo, ella sabe que ahora mismo no es feliz y era yo, quien procesaba emociones que no eran mías, porque a mí no me está pasando, a ella sí, pero se ha empeñado en no sentirlas y lo que es peor, no demostrarlas.

Las emociones están para sentirlas y el dilema es demostrarlas, es la gran cruz de este siglo: las apariencias, que vienen fuertemente condicionadas y alimentadas por la envidia, en una espiral que no tiene fin. No todo el mundo puede ser igual de transparente, pero no pasa absolutamente nada por admitir, que no te encuentras en el mejor momento de tu vida. Gran parte de la culpa, la tienen las redes sociales, aderezadas por creaciones absurdas como las tazas de autoayuda (todos tenemos una). Es una taza, no es tu vida, asume que mañana, la taza sigue ahí, pero el problema también. Si quieres animar a alguien, no le regales una taza, tómate un café escuchándole.

Yo necesito sufrir para aprender. No hablo de una calamidad, pero yo hasta el calambrazo, no aprendo, si sólo son chispazos, sigo metiendo el dedo en el enchufe. Siempre tiendo la mano y abro los brazos de par en par hasta un límite, porque hay una línea que no todo el mundo pasa en mi vida, ya que yo todos los días necesito, café y espacio. A mí, hasta que no me putean nivel experto, no aprendo. Eso sí, cuando llego a ese nivel, no hay ley, no hay nada, porque desapareces del mapa, al menos del mío y si vuelves… en mi cartografía, nunca vas a volver a ser una gran ciudad, como mucho una pedanía, difícilmente visible y conocida. Yo no aprendo geografía, ni coordenadas, ni me ubico, en una línea recta, o emociones o nada.

La gente piensa erróneamente, que sentir emociones negativas, está mal y mucho peor está demostrarlas. Error. Todos olvidan, que en parte el sufrimiento, es el agente que usa la naturaleza, para inspirar el cambio. El sufrimiento, genera tarde o temprano un cuestionamiento y este, un cambio, a veces paulatino, otras, radical. Recomiendo el paulatino, el radical, no suele entenderlo nadie.

Si algo te duele, o te pone triste, pues resulta que te duele y te pone triste, no te empeñes en ignorarlo y aparentar que no pasa nada o no estarás preparado para el siguiente. La vida, es un cúmulo de combates, no se puede ganar en todos, pero saber dónde dar, depende mucho de aprender, sintiendo y admitiendo, donde te dieron.

Foto: Mi taza motivacional, que no tiene frase, tiene mis plumas, que honestamente, me motivan más.


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